«Porque el SEÑOR es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos.»
Salmo 138:6
Cuando queda una sola fruta ”.
Cuenta una fábula que tres montañeros que se habían ido a escalar a los Andes, se perdieron en la montaña como consecuencia del mal tiempo, la nieve y el desconocimiento del terreno.
Durante tres días estuvieron andando sin rumbo y sin esperanza. Por más que buscaron no encontraron ningún poblado, ni cabañas, ni personas que les pudieran dar alguna indicación e incluso algo de alimento. Al final, lo único que les quedó para comer fue una manzana, por lo que empezaron a pasar hambre. En esto que se les apareció Dios y les dijo que probaría su sabiduría, y que dependiendo de lo que respondieran Él les salvaría.
Les preguntó entonces Dios qué podían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentarán.
El primero dijo:
“Pues que aparezca más comida”.
Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino trabajar con lo que se tiene.
Dijo el segundo entonces:
“Entonces haz que la manzana crezca para que sea suficiente”.
A lo que Dios contestó que no, pues la solución no es pedir siempre multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, ya que el hombre nunca queda satisfecho y por ende nunca sería suficiente.
El tercero dijo entonces:
“Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance”.
Dios dijo:
“Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad”.
¿Sé nos había ocurrido esta solución?.
Se nos enseña siempre a que otros arreglen los problemas o a buscar la salida fácil. Pedimos a Dios que arregle todo sin que nosotros tengamos que cambiar o sacrificar nada. Por eso muchas veces parece que Dios no nos escucha, pues pedimos sin dejar nada de lado y queriendo siempre salir ganando.
En cuántas ocasiones nos ha dicho Jesús en los Evangelios que nos hagamos pequeños (Mt 18:3), que seamos los últimos (Mt 20:26), que renunciemos a todo (Mt 19:21); pero a la hora de la verdad, no suele ser una de las posibles soluciones que barajamos cuando intentamos buscar una posible solución a nuestros problemas.
Lo más normal es que queramos ser grandes, tener de todo sin renunciar a nada, ser los primeros en todo (menos a la hora de trabajar y sufrir); y es que nos sabemos el Evangelio de memoria, pero de ahí a vivirlo, va mucho trecho.
Intentemos vivir tal como Cristo nos enseña; entonces, veremos los problemas, y en general el mundo que nos rodea, de un modo muy diferente; y lo que es más importante, los resolveremos tal como Cristo quiere.
PARA REFLEXIONAR.
-La gente es divertida. Ellos quieren la parte delantera del autobús, la mitad del camino, y la parte de atrás de la iglesia.
-La oportunidad puede golpear una vez, pero la tentación golpea a tu puerta siempre.
– Deja de quejarte de tu iglesia. Si fueras perfecto, no podrías ser miembro de ella.
-Dios mismo no se propone juzgar a un hombre hasta que está muerto, ¿por qué yo habría de hacerlo?.
-Dios promete un aterrizaje seguro, no un viaje tranquilo.
-Lo que necesitamos es más gente que se especialice en lo imposible.
-Con tu talento puedes llegar muy lejos, pero con Dios ¡podrás subir muy alto!
-Dios no mira tus logros, ni tu riqueza, ni tu poder… Dios mira tu corazón.
-Ser cristiano significa perdonar lo inexcusable en otros porque Dios perdonó lo inexcusable en ti.
-La dureza de Dios es más agradable que la suavidad de los hombres.
Rev. Samuel Columbié.
La Iglesia Bautista Resurrección.